Arenas G, et al. Rev. Nutr. Clin. Metab. 2021;4(3):136-149.
Determinantes de la densidad mineral ósea y el papel del ejercicio físico con cargas en personas mayores
Determinants of bone mineral density and the role of loaded
exercise in older people
Determinantes da densidade mineral óssea e o papel do exercício
com cargas em pessoas idosas
Giovanny Arenas Sánchez1*, Lorenzo Joaquín Cortés1, Matías Arriagada Arce1, Luis Peiret Villacura1,
Alexis Espinoza Salinas1, 2.
Recibido: 16 de marzo de 2021. Aceptado para publicación: 22 de marzo de 2021.
Publicado en línea: 31 de marzo de 2021.
https://doi.org/10.35454/rncm.v4n3.292
1 Laboratorio de Fisiología del Ejercicio, Escuela de Kinesiología, Universidad Santo Tomás, Santiago, Chile.
2 Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España.
*Correspondencia: Giovanny Arenas Sánchez.
garenas2@santotomas.cl
Resumen
Introducción: en los últimos años, las alteraciones que afectan la densidad ósea, como la osteopenia y osteoporosis, se encuentran en aumento. La mejor estrategia para el control de estas enfermedades es el manejo médico-nutricional, donde el ejercicio físico tiene un papel importante; sin embargo, aún existen controversias en la dosificación para el control de la salud ósea.
Objetivos: presentar evidencia actualizada sobre los factores determinantes de la densidad mineral ósea y el rol del ejercicio físico, con cargas sobre la salud ósea en personas mayores.
Métodos: se realizó una búsqueda en PubMed, Cochrane, SciELO, LILACS y ScienceDirect, con las palabras densidad mineral ósea, personas mayores y ejercicio físico. Se procede a abordar, en primer lugar, los cambios fisiológicos del envejecimiento sobre la densidad ósea, luego se analiza el impacto del ejercicio físico con cargas en la salud ósea y los beneficios del ejercicio físico.
Resultados: el ejercicio físico con cargas entre un 50 %-90 % 1RM, con un seguimiento de 12 a 26 semanas, realizado 3 veces por semana, con una duración de 30-45 minutos por sesión, contribuye de manera significativa al aumento de la densidad mineral ósea a nivel del cuello femoral y zona lumbar baja en hombres y mujeres mayores. Asimismo, tiene un papel preventivo de enfermedades cardiovasculares y riesgo de fractura.
Conclusión: el ejercicio físico con cargas a largo plazo tiene efectos benéficos demostrados para la salud ósea, en especial, para disminuir el riesgo de fracturas en personas mayores.
Palabras clave: ejercicio, metabolismo óseo, salud pública, nutrición.
Summary
Introduction: In recent years, disorders affecting bone density such as osteopenia and osteoporosis are on the increase. The best strategy for the control of these diseases is medical-nutritional management where physical exercise plays an important role. However, there are still controversies regarding dosage for the control of bone health.
Objectives: To present updated evidence on the determinants of bone mineral density and the role of physical exercise with loads on bone health in elderly people.
Methods: A search was carried out in PubMed, Cochrane, Scielo, LILACS, ScienceDirect using the words bone mineral density, older people and physical exercise. The physiological changes of aging on bone density are addressed first, followed by the impact of physical exercise with loads on bone health, and the analysis of the benefits of physical exercise.
Results: Physical exercise with weights between 50-90% 1RM, with a follow-up of 12 to 26 weeks, performed 3 times a week, with a duration of 30-45 minutes per session, contributes significantly to the increase of bone mineral density at the femoral neck and lower lumbar area in older men and women. It also has a preventive role in cardiovascular diseases and fracture risk.
Conclusions: Physical exercise with long-term loads has been shown to have beneficial effects on bone health, especially in reducing the risk of fractures in older people.
Keywords: Exercise; Bone metabolism; Public health; Nutrition.
Resumo
Introdução: nos últimos anos, têm aumentado as alterações que afetam a densidade óssea, como a osteopenia e a osteoporose. A melhor estratégia para o controle dessas doenças é o manejo médico-nutricional, onde o exercício físico desempenha um papel importante. No entanto, ainda existem controvérsias na dosagem para o controle da saúde óssea.
Objetivos: apresentar evidências atualizadas sobre os determinantes da densidade mineral óssea e o papel do exercício físico com cargas na saúde óssea em idosos.
Métodos: foi realizada uma busca no PubMed, Cochrane, SciELO, LILACS, ScienceDirect com as palavras densidade mineral óssea, idosos e exercício físico. São abordadas primeiro as mudanças fisiológicas do envelhecimento na densidade óssea, depois, se analisam o impacto do exercício físico com cargas na saúde óssea e os benefícios do exercício físico.
Resultados: o exercício físico com cargas entre 50 %-90 % 1RM, com seguimento de 12 a 26 semanas, realizado 3 vezes por semana, com duração de 30-45 minutos por sessão, contribui significativamente para o aumento da densidade mineral óssea ao nível do colo femoral e região lombar inferior em homens e mulheres mais velhos. Da mesma forma, tem um papel preventivo nas doenças cardiovasculares e no risco de fraturas.
Conclusões: o exercício físico com cargas a longo prazo tem demonstrado efeitos benéficos na saúde óssea, especialmente na redução do risco de fraturas em idosos.
Palavras-chave: exercício físico, metabolismo ósseo, saúde pública, nutrição.
Introducción
Con el aumento de la esperanza de vida a nivel mundial se estima que habrá el doble de personas mayores que niños menores de 5 años para el año 2050(1). El envejecimiento es un proceso fisiológico, que conlleva una serie de cambios fisiológicos, que van, en algunos casos, al aumento del tejido adiposo(2), resistencia a la insulina(3), pérdida de la masa muscular(4) y densidad ósea(5), con una consiguiente alteración de la capacidad funcional(6). Este declive funcional a nivel óseo se presenta con la pérdida de masa ósea, relacionada con osteopenia y osteoporosis(7), siendo esta última la de mayor gravedad e indicador de riesgo de fracturas(8). Destaca que las mujeres inician el proceso de pérdida de masa ósea antes que los hombres, esto sucede por la menopausia(9), en la cual se produce una menor cantidad de estrógenos, lo que impacta de forma negativa en la masa ósea(10).
El tejido óseo es un tejido dinámico, que continuamente está en un proceso de remodelación(11). Este se logra a partir de la interacción entre las células que reabsorben el hueso (los osteoclastos) y las células generadoras de hueso (los osteoblastos)(12). El resultado de este recambio de tejido es la mantención de los huesos sanos y mecánicamente competentes(13). Una alteración del equilibrio entre la actividad de los osteoblastos y de los osteoclastos conduce a una pérdida excesiva de masa ósea (osteoporosis) o a una pérdida parcial de esta (osteopenia)(14).
En la actualidad existen diversos estudios que buscan determinar factores que atenúan este proceso de desmineralización, siendo el ejercicio físico uno de ellos(15-18). Sin embargo, todavía existen controversias sobre la correcta dosificación del ejercicio físico en la densidad mineral ósea (DMO). El objetivo de este artículo consiste en realizar una revisión bibliográfica actualizada sobre los factores determinantes de densidad mineral ósea y el rol del ejercicio físico con cargas sobre la salud ósea en personas mayores. No se pretende realizar una revisión sistemática ni exhaustiva de la literatura. Para ello se aborda, primero, los cambios fisiológicos por ciertas enfermedades crónicas y por envejecimiento sobre la densidad ósea, luego se analiza el impacto del ejercicio físico con cargas en la salud ósea y, por último, se abordan protocolos de entrenamientos, que tienen efectos positivos en el metabolismo óseo.
Material y métodos
Se realizó una revisión narrativa de la literatura a través de una búsqueda electrónica en las bases de datos MEDLINE a través de PubMed (www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed), Cochrane Library (www.cochranelibrary.com), SciELO (www.scielo.org), LILACS (lilacs.bvsalud.org) y ScienceDirect (www.sciencedirect.com). La estrategia de búsqueda se construye utilizando los términos Medical Subject Heading Terms (MeSH): “bone mineral density” “elderly” “physical exercise” “resistance training” “nutrition” “strength training”, “older adults” en forma individual o en conjunto con los operadores booleano “AND” “OR” con la finalidad de obtener resultados concretos y dirigidos a nuestro objetivo (Figura 1).
La búsqueda electrónica se realizó el 12 de octubre de 2020, y estuvo limitada a artículos publicados en inglés y español. Los artículos encontrados por la búsqueda preliminar se analizaron mediante lectura crítica a los resúmenes o texto completo, donde se evaluaron e incluyeron según los siguientes criterios: artículos originales o revisiones, realizados en humanos de ambos sexos, y que estudian únicamente el efecto de distintos protocolos de ejercicio con cargas y su relación con los mecanismos fisiológicos de respuesta osteogénica y densidad mineral ósea.
Se incluyeron solo estudios clínicos que involucren a participantes hombres y mujeres ≥60 años, en los cuales se intervino solo con ejercicios con carga (ejercicio con pesas, en máquinas y propio peso corporal), que describen la intervención en cuanto a la dosificación. Los resultados se analizan mediante mediciones de densidad mineral ósea, previo y luego del ejercicio. Se excluyeron los artículos que correspondían a editoriales y aquellos realizados en animales. En caso de discrepancias, estas se resolvieron mediante discusión y consenso de los autores, en función de la relevancia y relación de los artículos con el objetivo de estudio de esta revisión.
Figura 1. Diagrama de flujo de la estrategia de búsqueda y selección de estudios. Fuente: propia del autor.
Desarrollo
Factores genéticos y hormonales como determinantes de la masa ósea
La cantidad de masa ósea es altamente heredable, y se estima que varía entre 60 % a 90 %(19). Dentro del cromosoma genético se determina la ubicación de un gen(20), el cual es llamado loci (locus). Diversos estudios se han encargado de determinar cuáles son los loci que influyen en la DMO(21-23). También se han identificado variables genéticas que pueden afectar la masa ósea, incluidos los genes relacionados con los osteoblastos, los genes que intervienen en las vías de señalización celular Wnt(24) y en la de osteoprotegerina/receptor activador del ligando del factor nuclear kappa-B (RANKL/OPG)(25) en los receptores de la vitamina D(26), en los receptores de estrógenos(27) y proteína 5 relacionada con el receptor de lipoproteínas de baja densidad (LRP5)(28),
variaciones en el gen de IL-6 (interleucina 6)(29), de osteocalcina(28), factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α)(30),
osteoprotegerina (OPG) (31), factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1)(32) y en el factor de crecimiento transformante beta 1 (TGF-β1)(33).
Otro factor para la masa ósea son las hormonas, las cuales tienen un rol importante en el proceso de remodelación ósea(34). Las hormonas tiroideas son esenciales para el crecimiento y maduración ósea(35). La síntesis y liberación de las hormonas tiroxina (T4) y triyodotironina (T3) está controlada por el eje hipotálamo-pituitaria-tiroides(36). La hormona T3 estimula la proliferación, diferenciación y síntesis de osteoblastos mediante una regulación positiva de diferentes hormonas, enzimas y receptores, lo que provoca cambios en la mineralización ósea(37). Por otra parte, se induce un aumento en la formación de osteoclastos mediante la vía osteoprotegerina/receptor activador del ligando del factor nuclear kappa-B (OPG/RANKL), que propicia el proceso de resorción ósea (Figura 2)(38).
Figura 2. Principales factores hormonales reguladores de la densidad mineral ósea. GH: hormona de crecimiento; IGF-1: factor de crecimiento insulínico tipo 1; PTH: parathormona; T3: triyodotironina. Fuente: propia del autor.
Otra hormona importante es la hormona de crecimiento (GH), la cual es secretada por la hipófisis como respuesta a la estimulación hipotalámica por la hormona liberadora de crecimiento e inhibición de la somatostatina(39). La GH propicia la formación de osteoblastos, con una ulterior formación ósea(40). Esta participa en la regulación de la parathormona (PTH) y en la hidroxilación de la 1α 25 hidroxi-vitamina D en el riñón(41). Además, la GH puede actuar directamente sobre la IGF-1 secretada por el hígado (eje GH-IGF1)(42),
y desempeñar una función de osteoblastogénesis y mejorar el proceso de remodelación debido a los depósitos de minerales(43).
Otras hormonas importantes son las llamadas hormonas sexuales (andrógenos y estrógenos). Los andrógenos se sintetizan principalmente en las gónadas masculinas y femeninas, y en menor cantidad en la glándula suprarrenal(44); mientras que los estrógenos se producen por las gónadas femeninas, y en menor cantidad en las masculinas, además por la glándula suprarrenal, tejido adiposo, cerebro, hígado, piel y en los huesos, por el osteoblasto(45). Estas hormonas sexuales tienen una función de evitar la osteoclastogénesis, inhibir el proceso de apoptosis de osteoblastos y osteocitos, y evitar la formación de osteoclastos, lo que regula positivamente la OPG en la vía de señalización celular RANK/OPG (Figura 3)(46).
La calcitonina es una hormona secretada por las células parafoliculares de la glándula tiroides(48), en respuesta al aumento de calcio sérico(49). Esta hormona actuaría al disminuir la reabsorción de calcio en el riñón(19) y al inhibir la formación ósea a través de la reducción en la liberación de la esfingosina-1-fosfato (SP1) por los osteoclastos(50). También podría intervenir en la síntesis de esclerostina(49).
Finalmente, la PTH es una hormona secretada por las glándulas paratiroideas, en respuesta a la concentración de calcio sérico(51). Tiene como primer órgano diana el riñón, y de forma secundaria actúa en el tracto gastrointestinal, en donde el calcio se reabsorbe, siendo el principal órgano el tejido óseo(52). Es en el tejido óseo donde se promueve la diferenciación y la actividad de los osteoblastos con la producción de nueva matriz ósea, lo que mineraliza el tejido óseo e inhibe la producción de esclerostina por los osteocitos(53); sin embargo, también tiene una función de osteoclastogénesis(46). Según su regulación, esta hormona favorece o no la reabsorción ósea(53).
Figura 3. Cambios de la densidad mineral ósea a lo largo del ciclo de la vida por género, y la disminución en la síntesis de estrógeno en las mujeres. Tomada de(47).
Asociación entre la nutrición y la densidad de masa ósea
La nutrición es un factor determinante de la salud ósea(54). En general, nos podemos encontrar con dos tipos de patrones dietéticos: los saludables, que se caracterizan por un alto consumo de frutas y verduras, cereales integrales, frutos secos y legumbres, productos lácteos bajos en grasa, aves y pescado(55). Estos productos son la base de las dietas mediterránea y oriental(56), además, son ricos en calcio y vitamina D(55). La vitamina D es una hormona esteroide, que participa en el metabolismo del calcio y la homeostasis ósea(57), la cual se va a sintetizar en el hígado, convirtiéndose en 25-hidroxivitamina D, para luego ser transportada al riñón, donde se convierte en 1,25-dihidroxicolecalciferol (1,25 (OH) 2D)(54), siendo su función principal la regulación de la homeostasis del calcio(58). Por consiguiente, una dieta saludable está asociada directamente con la DMO, un menor riesgo de fractura(56) y también se asocia inversamente con biomarcadores de resorción ósea (suero telopéptido C-terminal [CTX])(59). En cambio, una dieta poco saludable se asocia inversamente con la salud ósea(56), con una prevalencia de DMO baja(60) y con un mayor riesgo de fractura de cadera(61).
Principales enfermedades crónicas que afectan la densidad de la masa ósea
Según la evidencia, a lo largo del tiempo se le ha otorgado a la obesidad un efecto protector sobre la masa ósea, incluso la pérdida de peso en adulto mayores puede colocar en cierto peligro la densidad ósea y ser 3 veces más un factor de riesgo de fractura(62). Por otra parte, existen estudios/revisiones que ofrecen una visión contraria a esta idea(63), que describen que el tejido adiposo blanco es un tejido dinámico, que puede estar implicado activamente en las reacciones metabólicas a través de la secreción de hormonas (adipoquinas) y factores inflamatorios, los cuales, a su vez, son promotores de la resorción ósea.
Otra revisión(64) complementa a esta última, y describe la acción que generan los adipocitos a través de la leptina sobre la vía endocrina. La leptina tiene una doble función cuando se encuentra circulante, primero actúa directamente sobre las células óseas, con el fin de aumentar la formación ósea, pero cuando actúa a través del hipotálamo, la leptina puede inhibir el proceso de formación óseo a través de una mayor activación del sistema nervioso simpático. Incluso se concluye, desde los últimos años, que una médula ósea infiltrada de grasa es la responsable de la osteoporosis, por una diferenciación desequilibrada del progenitor común hacia los adipocitos, en lugar de los osteoblastos, bajo la influencia de varios factores en un proceso muy complejo, siendo aún no bien comprendido cuáles son estos factores, y si la grasa de la médula ósea es una causa o una consecuencia de la osteoporosis(65).
La diabetes mellitus tipo 2 (DMT2) es otra patología asociada con una mala calidad ósea(66) y con la obesidad(67), junto a un mayor riesgo de fracturas(68). De acuerdo con factores específicos de DMT2, como la hiperglucemia, las adipoquinas y los medicamentos antidiabéticos, estos tienen serios efectos en la salud ósea(69). Otros autores sugieren que a partir de las complicaciones microvasculares y los productos finales de glicosilación avanzada (AGE) existe una gran interferencia en el metabolismo óseo de pacientes con DMT2(70, 71).
Otra patología a nivel musculoesquelética es la sarcopenia, la cual fue acuñada por Rosenberg, en 1987(72, 73), para referirse a la pérdida de masa muscular asociada con la edad. Con el tiempo, la definición de sarcopenia ha evolucionado, y se ha complementado con la idea de resaltar la fuerza muscular y el rendimiento físico(74), siendo definida como una disminución de la masa y de la fuerza muscular, así como del rendimiento(75).
El mecanismo exacto del desarrollo de la sarcopenia aún no está claro. Datos actuales sugieren que es un proceso multifactorial, y se cree que es el resultado de factores intrínsecos que involucran cambios en los niveles moleculares, celulares y extrínsecos, como la nutrición y el ejercicio(76). Hueso y músculo están interconectados no solo debido a sus superficies adyacentes, sino química y metabólicamente(77). El músculo libera moléculas endocrinas que afectan al hueso, como la GH, IGF-1, OPG, irisina, osteonectina, factor de crecimiento de fibroblastos-2, IL-6, IL-15 y la miostatina(78). La miostatina, miembro de la familia del TGF-β, tiene como función inhibir el crecimiento del músculo esquelético, pero también posee efectos sobre los huesos y los tendones(79, 80). Como consecuencia de esta interacción, la sarcopenia puede contribuir a la evolución de una DMO por su origen multifactorial y por sus vías fisiopatológicas, que comparte en el proceso de síntesis y degradación/reabsorción(81).
La artritis reumatoide (AR), caracterizada por una sinovitis persistente, inflamación sistémica y daño al cartílago articular y hueso, tiene una alta influencia en la salud ósea(79, 82). Esta destrucción del tejido óseo se debe, en principio, a una erosión ósea, que conlleva a una pérdida del tejido óseo por el aumento de la actividad de los osteoclastos(83). Los principales desencadenantes de la erosión ósea articular son la sinovitis, que incluye la producción de citocinas proinflamatorias y del ligando activador del receptor del factor nuclear κB (RANKL), el cual es esencial para el desarrollo, activación y supervivencia de los osteoclastos(83), así como los anticuerpos dirigidos contra las proteínas citrulinadas(84). De esa manera, se considera que la AR es un potente desencadenante de la pérdida ósea, lo que da como resultado osteoporosis y un mayor riesgo de fracturas(85).
Envejecimiento y respuesta osteogénica frente al ejercicio físico con carga
Todas esas enfermedades crónicas que afectan la calidad ósea se asocian con el envejecimiento, lo cual es un declive fisiológico que ocurre en todos los organismos y a nivel de todos los sistemas(86), caracterizándose por una pérdida de la reserva fisiología en respuesta al estrés(87). Varios son los mecanismos involucrados en el envejecimiento, que pueden explicar este descenso fisiológico, como el daño y la reparación del ADN(88) (Vijg y colaboradores, 2013), el acortamiento de los telómeros(89), la senescencia celular(90), la pérdida de homeostasis proteica(91), el daño mitocondrial, las especies reactivas de oxígeno (ROS)(92) y la desregulación de las señales celulares(93).
Por otra parte, con el envejecimiento se produce un aumento de osteoblastos, osteocitos apoptóticos(94) y de osteoclastos(95). Además, se acompaña por un descenso en la formación de osteoblastos, que se produce por la disminución en la diferenciación de las células madre mesenquimales de la médula ósea en osteoblastos, debido a una infiltración de tejido adiposo y, en consecuencia, una menor formación de tejido óseo(95-97).
En cuanto a la pérdida de osteocitos, esto provocaría una menor osteogénesis en respuesta a la carga mecánica(95), ya que el osteocito actúa como mecanosensor(98, 99), y libera menos esclerostina, la cual tiene una función antagonista a la vía de la señalización Wnt/β-catenina (proteínas encargadas en la transducción de señales celulares)(100).
Ante esta condición del envejecimiento, vinculado con la disminución ósea dada por el bajo nivel de ejercicio físico, que estimula el desarrollo de osteopenia y osteoporosis, varios son las propuestas para su disminución y control en personas mayores, siendo el ejercicio físico el más avalado por la evidencia científica(101, 102). Aunque el mecanismo subyacente a los efectos del ejercicio sobre la remodelación ósea aún no se comprende completamente, algunas hipótesis parecen más probables.
A nivel fisiológico se comprende que los componentes del ejercicio físico, como la duración, el tipo y la intensidad, son factores que pueden determinar una recuperación, regeneración y adaptación ósea(103), de acuerdo con varios mecanismos, por medio de la activación de una cascada inflamatoria, que involucra células de la inmunidad innata y adaptativa, y mediadores de la inflamación; esto debido a un desencadenamiento de la respuesta inmunológica por el aumento de IL-6 por el músculo esquelético; y, por último, la estimulación de la vía de señalización Wnt, la cual estimula las hormonas paratiroideas y la señalización de las proteínas morfogenéticas(104).
A nivel muscular, el efecto piezoeléctrico es de suma importancia, pues cuando el impulso mecánico transmitido al hueso es convertido por cristales de hidroxiapatita en un impulso eléctrico, se conduce a una mayor mineralización ósea. Otro es el efecto vascular, cuando el aumento de la actividad muscular conduce a una variación positiva en el flujo sanguíneo óseo, lo que mejora el metabolismo local(105). En particular, el ejercicio realizado en condiciones de soporte de peso determina los beneficios más significativos, ya que el estrés mecánico es más intenso(106, 107). Además, en una revisión de 789 participantes se identificó que la respuesta ósea al ejercicio es efectiva, siendo medida en la espina lumbar, la cabeza del fémur y en la cadera, zonas donde se ejerce mayor estrés mecánico(108).
Por tanto, es necesario definir bien la dosis de ejercicio física para crear esos cambios fisiológicos. Varios tipos de ejercicios, descritos por la literatura, estimulan el crecimiento y mantenimiento de la masa ósea(108, 109), siendo en todo momento fundamental los componentes de la estimulación mecánica por medio de las fuerzas antigravitacionales y el estrés o tensión mecánica a nivel muscular(106, 107). El ejercicio aeróbico parece ser particularmente efectivo en la activación enzimática de los osteoblastos, por la capacidad de alcanzar un nivel alto de estrés mecánico, el cual es favorable para la estimulación de la masa ósea(106, 107), pero, sobre todo, el ejercicio de fuerza o resistencia, en el cual las articulaciones logran moverse en contra una resistencia en la forma de pesas libres, equipamientos o el mismo cuerpo alcanza todos los beneficios antes mencionados(108, 110, 111).
En las Tablas 1 y 2 se muestran las principales características y resultados de los estudios incluidos, que evalúan los efectos de las intervenciones de EF sobre la densidad mineral ósea en personas mayores. En relación con la frecuencia, se recomienda de 2 a 3 veces a la semana para crear el estrés mecánico suficiente. La intensidad varía entre 50 % a 90 % de 1RM, con una duración por sesión de 30 a 45 minutos(112). Este tipo de ejercicio supone una aplicabilidad segura y con múltiples beneficios en todo rango etario(113).
A partir de las Tablas 1 y 2 se realiza un programa estructurado de ejercicio multicomponente, con una entrada en calor o activación (10 minutos), una fase principal (30-45 minutos) y vuelta a la calma o recuperación (5-10 minutos) (Figura 4).
Tabla 1. Recomendaciones del ejercicio físico con cargas sobre la densidad mineral ósea en personas mayores
Estudio |
Tipo de ejercicio |
Intensidad y volumen |
Frecuencia |
Beavers y colaboradores(114) |
Prensa, extensión y flexión de piernas sentado, pantorrillas sentado, prensa inclinada, remo sentado, press de tríceps y curl de bíceps |
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Cornish y colaboradores(115) |
Press banca, remo sentado, press de hombro (militar), curl de bíceps, extensión de tríceps con mancuerna sobre la cabeza, prensa de piernas, extensión de rodilla, estocadas, sentadillas y flexiones plantares |
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Press de pecho en máquina, prensa de pierna horizontal, remo sentado, extensión de rodilla, curl de bíceps en banca, curl de isquiotibiales, extensión de tríceps en polea y elevación de pantorrilla sentado |
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Holwerda y colaboradores(117) |
Prensa de piernas, extensión de rodillas, press de hombro y prensa de pecho |
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Huovinen y colaboradores (2016) (118) |
Prensa de piernas, press de pecho en máquina, remo sentado, crunch abdominal, extensiones de espalda, curl de isquiotibiales sentado y abducciones de cadera |
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Tabla 2. Recomendaciones del ejercicio físico con cargas sobre la densidad mineral ósea en personas mayores
Estudio |
Tipo de ejercicio |
Intensidad y volumen |
Frecuencia |
Kemmler y colaboradores(18) |
Prensa de piernas, extensión de rodillas, curls de isquiotibiales, aducción y abducción de cadera, jalón en polea alta, remo, extensión de espalda, press de banca y militar, elevaciones laterales, abdominales, elevaciones de pantorrillas, extensión de cadera, pull over y abdominales laterales |
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Mosti y colaboradores(119) |
Sentadilla en máquina |
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Pinto y colaboradores(120) |
Press de banca, elevaciones laterales, remo sentado, curl de bíceps, extensión de tríceps, press de hombros, crunch de abdominales, aducción y abducción de cadera, sentadilla, curl de isquiotibiales, extensión de cuádriceps, extensiones de columna, elevaciones de talones, flexiones y extensiones de tobillo |
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Shanb y colaboradores(121) |
Ejercicios de peso corporal: extensión y abducción de cadera, extensión de rodilla, flexión de bíceps y tríceps, curl de isquiotibiales, flexión y extensión de muñeca, extensión de espalda en posición bípeda |
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Stunes y colaboradores(122) |
Sentadilla búlgara, press banca, elevación de pantorrillas, curl de bíceps con mancuerna, jalón en polea, press francés, peso muerto ruso y con pesas, estocadas, remo sentado en máquina, curl de bíceps en banco scott, planchas, extensión de rodillas, prensa de piernas y de pecho, press de hombro y de banca |
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Figura 4. Circuito estructurado de ejercicio físico multicomponente con cargas para mejorar la densidad mineral ósea en personas mayores. EEII: extremidades inferiores; EESS: extremidades superiores.
Conclusión
El ejercicio físico con carga mantiene y mejora la DMO en personas mayores con osteopenia u osteoporosis; pero, para generar un aumento en la DMO se necesitan intensidades específicas (moderada a submáxima y de carácter progresivo), volúmenes (bajo a medio), frecuencias (2 a 3 sesiones por semana) y ejercicios específicos, dependiendo de la zona anatómica a mejorar. Además, aunque fueron pocos los estudios que mostraron un efecto positivo, ninguno de los estudios analizados provoca una disminución de la DMO; por lo cual, atribuimos al ejercicio físico con carga un efecto protector sobre el tejido óseo en personas mayores.
Puntos clave
Financiamiento
El presente estudio no tuvo financiación.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener conflicto de intereses.
Declaración de autoría
GAS, LC, MA, LPV y AES participaron en la concepción y la redacción. Todos los autores revisaron el manuscrito, acuerdan ser plenamente responsables de garantizar la integridad y precisión del trabajo, y leyeron y aprobaron el manuscrito final.
Referencias bibliográficas